miércoles, 3 de junio de 2020

VIERNES 5 DE JUNIO DE 2020

V / VI / MMXX





ÁRABE




MATEMÁTICAS

La actividad de hoy es más difícil, a ver si os sale bien, podéis pausar el vídeo si os falta tiempo. Intentadlo.

 



Y seguimos estudiando los poliedros .

 



Rellena esta ficha y envíala como siempre.
Los poliedros, una ficha interactiva de rsebad
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CIENCIAS SOCIALES

Hoy veremos la tabla-resumen de la página 93 de los puntos más destacados de la  Consitución española.



LENGUA

¿Qué es el reportaje y cómo se hace?





FOMENTO DE LA LECTURA

El huevo de cristal   ♦
—¡Qué verde es todo! —dijo Ana-Lin cuando su tío Luis les recogió en el aeropuerto de Vigo.
—¡Qué bien sienta salir de la ciudad! —dijo Rosa, la madre de Ana-Lin.
—Casi hemos llegado a casa —anunció su primo Xosé.
—Faltan sólo unos minutos —añadió su prima Belén.
—¿Vivís junto al río? preguntó Ana-Lin.
Es una ría, no un río explicó su tío Luis. Un río es agua dulce que desemboca en el mar. Una ría parece igual, pero es lo contrario: agua salada que entra desde el mar. No vivimos justo al lado del agua, pe ro de casa a la playa hay un paseo muy corto. En seguida lo veréis.
A papá le encantan las visitas dijo Belén con una risa¡Así puede hacer de guíturístico!
Ana-Lin ya conocía a su tío y a su familia, pero era la primera vez que veía donde vivían.
Esto no es como Madrid le dijo Xosé.
Para nada afirmó Ana-Lin. Vosotros vivís en una casa para vosotros solos. Mamá y yo vivimos solas, pero ¡hay quince apartamentos en nuestro edificio!
Vamos a ponernos los bañadores para ir a la playa dijo Belén.

La tía Olalla había preparado un picnic. Siguieron un camino que atravesaba un grupo de árboles muy altos. El suelo estaba cubierto de agujas de pino secas. Ana-Lin cogió una de las enormes piñas esparcidas por el suelo.
—En otoño, Xosé y yo jugamos a ver quién coge más piñas le dijo Belén. En invierno, las usamos como leña.
Nosotras no tenemos chimenea, sino calefacción central dijo Ana-Lin.
El camino terminaba en una caleta pequeña, una estrecha media luna de arena rodeada por enormes montículos de rocas.
Los adultos tendieron sus toallas bajo la sombra del acantilado, pero Ana-Lin, Belén y Xosé colocaron las suyas al sol.
No olvidéis poneros la crema protectora les recordó Rosa antes de que salieran a explorar.
La marea estaba bajando, y dejaba muchas piedrecitas y conchas en la orilla. Ana-Lin recogió un puñado de conchas, tanto enteras como en pedacitos, que eran iridiscentes, blancas o rosadas. Las llevó a su toalla y las extendió para que se secaran, ordenadas por colores y tamaños. Entonces volvió a la orilla a buscar más.
Vamos a explorar al otro lado de las rocas dijo Belén, señalando la franja de arena que la marea baja había dejado al descubierto.
¡Es otra playa! exclamó Ana, pero de piedras. ¡Mira esos guijarros!
—¡Y mira esas rocas enormes! exclamó Xosé.
Deben de ser dos o tres veces más grandes que nosotros afirmó Ana-Lin.
Paseando entre las rocas, Ana-Lin se encontró de repente a una gaviota posada entre los matorrales. Dio un pequeño grito. La gaviota pareció igual de sorprendida y emitió un gran graznido.
Xosé vino corriendo al oír el sonido, y se encontró a Ana-Lin riendo.
Estoy bien le dijo a su primo, lo que pasa es que no esperaba encontrar algo vivo aquí. No sé quién estaba más asustado, si yo o el pájaro.
Sólo está protegiendo su nido dijo Xosé—. Supongo que no ves muchas gaviotas en Madrid.
—¡Ven a mirar! exclamó Belén¡He encontrado un charco de agua de mar entre las rocas!
Levantó un cangrejo pequeño, que agitó sus pinzas.
—¿Quieres cogerlo? le propuso Belén.
No repuso Ana-Lin. Me puede pellizcar.
Tiene pinzas pequeñas dijo Belén. No te van a hacer daño.
Pero Ana-Lin sólo se agachó al borde del charco y vio que unas pequeñas gambas huían de la sombra que ella proyectaba.
Aquí hay muchas piedras bonitas de distintos tamaños colores —dijo Ana-Lin—. Voy a coger algunas para mi colección.
De repente, dijo a Xosé con el dedo extendido:
—¡Mira, un huevo! Quizás tendríamos que dárselo a la gaviota para que lo incube.
Pero cuando lo cogió, el huevo resultó ser de piedra. Era liso y blanco, pero por debajo le faltaba un trozo. En cualquier caso, Ana-Lin decidió quedárselo.
 Es de cuarzo dijo Olalla cuando Ana-Lin volvió a su toalla con el huevo de piedra.
El cuarzo es un cristal. Esa veta también es cuarzo dijo Luis, señalando una de las rocas negras. Todas las rocas se forman en el interior de la tierra, y hay trozos que se rompen y caen al mar. Con el tiempo, estos trozos se erosionan al chocar con otras rocas y en la playa hasta que se quedan lisas y redondas, como las otras piedras de por aquí.
En Madrid, no puedes ver de qué está compuesta la tierra dijo Ana-Lin. El hormigón lo tapa todo.
Cuando la semana terminó, Ana-Lin y su madre volvieron a Madrid en avión.
Fueron a su apartamento en taxi.
Ha sido agradable salir de la ciudad dijo Rosa, pero está bien volver a casa.
Me ha gustado ver el campo y la playa añadió Ana-Lin. Aunque también he echado de menos muchas cosas de la ciudad, como tiendas o el cine. Pero me gusta poder ir a ver a mis primos.
Ana-Lin colocó todas las conchas en un plato grande ordenándolas en filas según el color. En el centro, colocó el huevo de cristal, como el nido de un pájaro.

A veces, Ana-Lin mira su colección, se acuerda de su encuentro con la gaviota y se ríe de nuevo por el miedo que sintió en ese momento.

Y a veces, por la noche, Ana-Lin sueña que ha vuelto a la playa, a visitar a sus primos, y ven maravillados que el huevo se rompe, y que de él sale un pájaro de cristal que vuela describiendo lentos círculos sobre la caleta y cantando con una voz nítida que resuena en las rocas, como el sonido de las olas.

Lawrence Schimel
El huevo de cristal

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