jueves, 4 de junio de 2020

JUEVES 4 DE JUNIO DE 2020

IV / VI / MMXX




Lengua


 
Sociales



ÁRABE






MATEMÁTICAS

Seguimos buscando diferencias:


Y ahora seguimos con la circunferencia y el círculo.


FOMENTO DE LA LECTURA


El lobo sentimental


Lucas vivía feliz rodeado de los suyos.
Un día les dice a sus padres: «Ya soy mayor. Ha llegado la hora de que me       las arregle por mi cuenta.»
«Ya sabía yo que este día iba a llegar», suspira su padre.
«¡Te echaré muchísimo de menos!», llora su madre.
«Eres la luz de mi vida», dice la abuela abrazándolo. «Ven a vernos a menudo.»
«Toma este reloj», le dice el abuelo. «Sé que siempre lo has querido.»
«¡Oh! ¡No, abuelo! ¡Es demasiado!»
«Déjate de tonterías. SIEMPRE hay que obedecer al abuelo», insiste el viejo lobo.
«Te cantaremos una canción de despedida», exclaman sus hermanos pequeños, y se ponen a cantar.   

¡Adios, hermano mayor! 
¡Disimulemos! 
¡Cantemos para olvidar 
que ya no te veremos!   

«Bueno, hijo, tienes que irte ya», le dice su padre. «Aquí tienes la lista de todo lo que puedes comerte.»
«Y no te ablandes», añade su madre.
Lucas sale del bosque. Al cabo de poco ya tiene hambre.
En un recodo, junto a una arboleda, se encuentra con una cabra y sus siete cabritillos.
«¿Quién eres?», le pregunta educadamente.
«Soy la cabra, y éstos son mis siete cabritillos.»
«¡Ummm! Ocupas un lugar destacado en mi lista», comprueba Lucas. «¡Te comeré!»
«En tal caso, ¡no dejes a NINGUNO vivo! Los que escaparan no tendrían consuelo.»
«Comprendo», dice Lucas, conmovido. «Pensándolo bien, no tengo tanta hambre. Hasta pronto, señora.»
Lucas prosigue su camino.
«No tendría que haber dejado escapar un desayuno tan suculento», piensa.
De repente se da de bruces con una niña vestida de rojo de pies a cabeza.
«¿Quién eres?»
«Soy Caperucita Roja», responde temblando la niña.
«Ummm, estás en mi lista. Te comeré.»
«¡Piedad, señor lobo, no me coma!», suplica Caperucita Roja. «La abuela se pondrá muy triste. ¡Dice que soy la luz de su vida!»
Lucas se pone a llorar.
«Mi abuela dice exactamente lo mismo. ¡Vete antes de que cambie de opinión!»
Lucas sigue caminando con la tripa cada vez más vacía.
«¡Pues sí que soy un sentimental!», piensa.
Al cabo de poco se encuentra con tres cerditos rosados y gorditos.
«¡Que estén en mi lista!», piensa.
«¿Quiénes sois?»
«Somos los tres cerditos.»
«Perfecto. ¡Estáis en la lista y os comeré!»
«¡Antes déjanos cantar por última vez!», le ruegan los tres cerditos.

¡Adiós, hermanos, adiós! 
¡Disimulemos! 
Cantemos para olvidar 
que ya no nos veremos!

Lucas deja que canten, pero escuchándolos recuerda a sus hermanos.
«Marchaos ahora que todavía estáis a tiempo», solloza.
«Soy demasiado sentimental», refunfuña. Su tripa se queja cada vez más. 
«¡AH! ¡Aquí estás!», dice una voz. 
Lucas se sobresalta. Un niño le habla sin ningún temor.
«¿Quién eres?»
«Me llamo Pedro.»
«Ah. Estás en mi lista», se felicitó Lucas.
«Tú también estás en la mía», dijo Pedro. «He desobedecido al abuelo para cazarte y...»
«¡HAY QUE OBEDECER SIEMPRE AL ABUELO! ¿ENTENDIDO?», grita Lucas como un energúmeno.
Pedro, muy asustado, sale pitando.
«¡No hay ningún lobo tan sentimental como yo!», piensa Lucas, muy enfadado consigo mismo. «Hace horas que no he comido nada. Ahora mismo, con la familia entera de la cabra, Caperucita y los tres cerditos... sin contar aquel inconsciente de Pedro... no tendría ni para empezar.
Sin dejar de darle vueltas al asunto, Lucas llega a una casa desvencijada.
«Con un poco de suerte, aquí encontraré algo que llevarme a la boca.»
Llama a la puerta y... abre un gigante con aire amenazador.
«¡FUERA DE AQUÍ, BESTIA INMUNDA!», le grita... y le cierra la puerta en las narices.
Lucas pierde los nervios.
Muerto de rabia y de hambre entra en la casa por la fuerza... y devora al ogro grosero.
«¡Ah! ¡Nunca había comido como hoy!», piensa Lucas chupándose los dedos.
De repente, oye unos lamentos.
Levanta la vista y ve, al fondo de la habitación... ¡a unos niños encerrados en una jaula!
Abre la puerta.
«¿Quiénes sois?
«Yo soy Pulgarcito, y éstos son mis hermanos. ¡Le estamos muy agradecidos! ¡Gracias a usted el ogro no nos comerá!»
«¡Ah!», exclama Lucas riendo. «Hoy es vuestro día de suerte. ¡A casa ahora mismo!»
Luego, con su mejor letra, añade a la lista de papá:
«OGRO».

Geoffroy de Pennart
El lobo sentimental 





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